Acompañar desde lo sensorial y el lenguaje, una propuesta desde Fonoaudiología y Terapia Ocupacional

Acompañar desde lo sensorial y el lenguaje, una propuesta desde Fonoaudiología y Terapia Ocupacional

Acompañar desde lo sensorial y el lenguaje, una propuesta desde Fonoaudiología y Terapia Ocupacional

    Por: Jenny Rodríguez, terapeuta ocupacional y Mónica Sáenz, fonoaudióloga – DAE

    Las  familias desempeñan  un rol fundamental en el desarrollo de la autorregulación emocional y conductual de sus hijos. Este proceso comienza con la corregulación, una habilidad clave que se cultiva desde la infancia y que consiste en ayudar a los niños a calmarse y manejar situaciones emocionalmente intensas o sensorialmente abrumadoras, a través de la presencia, la guía y el modelaje de un adulto significativo.

    La neurocientífica Caroline Leaf explica que, al corregular con alguien, se activan las neuronas espejo, lo que permite que una persona en estado de desregulación emocional “refleje” la calma de quien la acompaña. Es decir, nuestro equilibrio emocional puede convertirse en un ancla para los niños.

    Este acompañamiento resulta esencial durante los primeros siete años de vida, etapa en la que ellos aún no cuentan con los recursos internos suficientes para regular por sí solos emociones intensas, estímulos sensoriales o factores estresantes del entorno. En este sentido, padres, docentes y compañeros mayores cumplen un papel vital: actúan como puentes entre la emoción desbordada y la contención que facilita el aprendizaje de estrategias para el manejo emocional.

    Con el tiempo, y gracias a estos apoyos repetidos y coherentes, los niños comienzan a desarrollar su propia capacidad de autorregulación, que les permite responder de manera autónoma, reflexiva y empática ante los retos de la vida cotidiana.

    ¿Cómo pueden los adultos acompañarlos  en momentos de desregulación?

    Algunas crisis sensoriales o emocionales pueden parecer rabietas, pero tienen causas más profundas: cansancio, hambre, dolor o sobrecarga del entorno. Para acompañarlos adecuadamente se recomienda:

    • Observar: analizar qué ocurre en el entorno y qué comunica el niño con su conducta. 
    • Diferenciar: Reconocer si se trata de una rabieta (búsqueda de atención) o una crisis sensorial (reacción a un malestar interno).
    • Reconocer señales: Evitación, por ejemplo, taparse los oídos o esconderse. O búsqueda sensorial, como moverse mucho o tocar todo.
    • Ofrecer contención: brindar un espacio tranquilo, hacer una pausa o simplemente estar presentes, puede ayudar a recuperar la calma.

    Los adultos, también pueden acompañar desde el lenguaje que calma, guía y nombra lo que los niños sienten. El lenguaje, como herramienta fundamental de la comunicación humana, desempeña un papel crucial en la regulación del aprendizaje, el comportamiento y las necesidades. Nombrar, describir y compartir las experiencias permite comprenderlas  y manejarlas de manera efectiva. De acuerdo con esto, los adultos pueden orientar a los niños mediante:

    • El modelaje de las reglas de discurso, como tomar esperar el turno, mantener el contacto visual y practicar la escucha activa.
    • El apoyo en el uso de palabras para describir sus necesidades o emociones.
    • La lectura de cuentos, ya que es  una excelente manera de enseñarles cómo identificar y regular sus emociones.
    • El establecimiento de  metas y planes, aprovechando el lenguaje como herramienta para organizar los pasos necesarios. 
    • La formulación de  preguntas abiertas que los invite a expresar sus ideas y emociones en detalle. Por ejemplo: “¿cómo te sientes cuando…?”, “¿qué piensas qué podríamos hacer?”.

    En conclusión, acompañarlos mediante  estrategias sensoriales y un lenguaje empático, potencia su desarrollo de la autorregulación y fortalece el vínculo entre padres e hijos.

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      Comunicación efectiva: Un diálogo con tu adolescente

      Comunicación efectiva: Un diálogo con tu adolescente

      Comunicación efectiva: Un diálogo con tu adolescente

        Por: Juanita Burgos, coordinadora del Área de Apoyo Emocional y al Aprendizaje y psicóloga de 11° y Juliana Basto, psicóloga de 8° a 10° 

        La adolescencia es una etapa de muchos cambios, tanto para los jóvenes como para sus padres. Para fortalecer la relación y acompañarlos en este proceso, es importante mantener una comunicación abierta y efectiva, creando espacios seguros y de confianza. Los padres de familia son el principal ejemplo para sus hijos. Aunque no siempre lo parezca, los adolescentes los observan y aprenden de ellos cómo enfrentar los distintos retos del día a día.

        Para lograrlo, es importante reconocer el valor de la escucha activa, una herramienta que permite mostrar interés y validar los sentimientos de los hijos. Evitar interrumpir o juzgar sus opiniones facilita el diálogo y fortalece la relación. También es clave tener en cuenta la comunicación no verbal, que en muchas ocasiones transmite más que las palabras. Mantener contacto visual, cuidar las expresiones faciales, la postura y el lenguaje corporal ayuda a generar confianza y apertura, creando un ambiente de comodidad y respeto.

        Cuando sea necesario tener una conversación difícil o que pueda generar incomodidad, es útil elegir el momento adecuado, cuando ambas partes estén dispuestas a escuchar y dialogar. No hay que evitar estos espacios por miedo o angustia; siempre será mejor comunicarse con los hijos, incluso si eso implica expresar emociones propias. Al hacerlo, se valida que ellos también puedan expresarse con tranquilidad, reconociendo que mostrarse vulnerable no es una debilidad, sino una oportunidad para fortalecer el vínculo familiar.

        La comunicación es un proceso continuo que requiere paciencia y esfuerzo constante. El objetivo principal es construir una comunicación efectiva con los hijos, que permita encontrar soluciones en conjunto y fomente la empatía y el respeto mutuo.

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          Las funciones ejecutivas, su desarrollo desde la infancia y el papel de los padres de familia en su promoción

          Las funciones ejecutivas, su desarrollo desde la infancia y el papel de los padres de familia en su promoción

          Es importante recordar que todos somos únicos y diferentes, así como nuestro aprendizaje también lo es. Por esto es importante la cercanía con nuestros hijos, conocerlos y apoyarlos desde su individualidad.

          Sara González

          Profesora de mediación pedagógica de Básica - DAE

          Las funciones ejecutivas, su desarrollo desde la infancia y el papel de los padres de familia en su promoción 

          Las funciones ejecutivas son habilidades clave para la vida diaria. Nos ayudan a organizar nuestras ideas, planear actividades y adaptarnos a los cambios. Son fundamentales en el desarrollo académico y social de los niños, niñas y jóvenes, pues les permiten tomar decisiones, resolver problemas y gestionar sus emociones de manera efectiva.

          Estos procesos cognitivos se desarrollan a lo largo de la infancia y la adolescencia, y muchos de ellos están ligados a otros procesos cognitivos de base y a habilidades determinadas por condiciones hereditarias. Sin embargo, lo que queremos resaltar en este artículo es la importancia que juega la educación en casa para potenciar estas habilidades, ya que su impacto se extiende a todos los ámbitos de la vida, incluido el académico.

          Desde la infancia, sus hijos comienzan a desarrollar estas habilidades. En las primeras etapas, aprenden a controlar sus impulsos y detectar situaciones de riesgo; por ejemplo, cuando esperan su turno para hablar en lugar de interrumpir una conversación o cuando entienden que no deben tocar una estufa caliente porque pueden quemarse. Este control inhibitorio es una de las primeras funciones ejecutivas en consolidarse, ya que implica la capacidad de inhibir reacciones impulsivas ante situaciones que generan malestar o inconformidad.

          En la infancia tardía, se empiezan a desarrollar habilidades como la memoria de trabajo, que permite retener información relevante para completar una tarea. Un ejemplo de esto es cuando un niño recuerda las instrucciones de un examen para responder adecuadamente. Además, en esta etapa emergen la flexibilidad mental y la planeación visoespacial. La primera se refiere a la capacidad de cambiar estrategias para resolver problemas, como cuando un estudiante encuentra una nueva forma de resolver un ejercicio matemático y logra explicarlo con claridad. La segunda implica organizar y coordinar mentalmente la disposición de objetos en un espacio para alcanzar un objetivo, como al distribuir la información en una hoja al hacer un póster para una tarea escolar.

          Durante la adolescencia y el inicio de la vida adulta, se consolidan funciones ejecutivas más complejas, como la memoria estratégica, la planeación secuencial y la fluidez verbal. La memoria estratégica implica recordar y usar información de manera organizada para lograr un objetivo, aplicando estrategias intencionales para almacenar y recuperar datos. La planeación secuencial ayuda a organizar acciones en un orden lógico para alcanzar una meta, mientras que la fluidez verbal permite expresar pensamientos con claridad y coherencia, habilidades esenciales que no solo impactan el desempeño académico de sus hijos, sino que también es clave para la vida cotidiana y el futuro profesional.

          Muchas veces damos por hecho que al llegar a la universidad o al mundo laboral, los jóvenes ya tienen estas habilidades consolidadas, pero en realidad, muchos adultos enfrentan dificultades para planear su tiempo, adaptarse a cambios o considerar diferentes puntos de vista. Aquí es donde la educación en casa juega un papel fundamental. Como padres, podemos fortalecer estas habilidades a través de hábitos y estrategias sencillas en el día a día:

            • Crear rutinas y hábitos: Establecer horarios y espacios constantes para las actividades diarias ayuda a los niños a organizarse y ser más autónomos.
            • Fomentar la autonomía y la responsabilidad: Darles pequeñas tareas y permitirles tomar decisiones contribuye a su independencia y confianza.
            • Estimular la flexibilidad cognitiva: Conversar sobre distintos temas y valorar diferentes opiniones ayuda a desarrollar un pensamiento abierto y adaptable.
            • Dar ejemplo: Ser conscientes de nuestras propias acciones y modelar la conducta que queremos ver en ellos.
            • Reforzar la perseverancia y el esfuerzo: Celebrar logros, grandes o pequeños, y enseñarles estrategias para manejar la frustración cuando algo no sale como esperaban.
            • Utilizar herramientas de apoyo: Aplicaciones como recordatorios, agendas y alarmas pueden ayudar en la organización diaria.
            • Trabajar la regulación emocional: Fomentar espacios de diálogo y reflexión sobre las emociones fortalece su inteligencia emocional y capacidad de afrontar desafíos.

              Cada niña, niño y adolescente es único y tiene su propio ritmo de aprendizaje. La clave está en acompañarlos, conocerlos y apoyarlos desde su individualidad. Como padres, no sólo influimos en el desarrollo de sus funciones ejecutivas, sino que también crecemos con ellos en este proceso. Al final, se trata de brindarles las herramientas necesarias para que enfrenten la vida con seguridad, autonomía y adaptabilidad.

                La planeación secuencial ayuda a organizar acciones en un orden lógico para alcanzar una meta, mientras que la fluidez verbal permite expresar pensamientos con claridad y coherencia, habilidades esenciales que no solo impactan el desempeño académico de sus hijos, sino que también es clave para la vida cotidiana y el futuro profesional.

                Viviana Dimaté

                Viviana Dimaté - Profesora de mediación pedagógica de Primaria - DAE

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                Cuando la Ira Toma el Control: Abordando la agresividad en la infancia

                Cuando la Ira Toma el Control: Abordando la agresividad en la infancia

                Entender que estas conductas son comunes en esta etapa no implica que los adultos deban permanecer pasivos. Por el contrario, es fundamental enseñar formas más adecuadas de conseguir lo que desean y dejar claro que la agresión no es aceptable en ninguna circunstancia.

                María Fernanda Perdomo

                Psicóloga Preescolar - Departamento de Acompañamiento Estudiantil (DAE)

                Cuando la ira toma el control: abordando la agresividad en la infancia

                Los comportamientos agresivos forman parte del repertorio de conductas previsibles en la infancia. En los primeros años de vida, estas reacciones no buscan causar daño a otros, sino obtener algo deseado. Suelen manifestarse como respuestas ante situaciones que generan sentimientos de fragilidad o inseguridad.

                Los problemas de ira en los más pequeños suelen presentarse porque aún no saben manejar la frustración u otros sentimientos incómodos. Tampoco han desarrollado las habilidades necesarias para resolver conflictos sin enojarse y, en algunos casos, reproducen formas de interacción aprendidas. Ante la falta de recursos, por ejemplo, un empujón puede convertirse en una forma de acceder al columpio, o un tirón de pelo en un medio para recuperar un juguete. Entender que estas conductas son comunes en esta etapa no implica que los adultos deban permanecer pasivos. Por el contrario, es fundamental enseñar formas más adecuadas de conseguir lo que desean y dejar claro que la agresión no es aceptable en ninguna circunstancia.

                Cuando el comportamiento de un menor está fuera de control o genera problemas significativos, resulta importante establecer una relación estructurada, con respuestas calmadas y consistentes por parte de sus padres o cuidadores. Es más efectivo reforzar de manera positiva las conductas deseadas y enseñar alternativas en lugar de limitarse a decir: “No hagas eso”. Por ejemplo, se les puede sugerir que, al sentirse enojados, expresen lo que piensan con palabras.

                Se recomienda supervisar con atención las interacciones con otros menores. Si el conflicto es leve, es mejor permitir que lo resuelvan por sí mismos. Sin embargo, es necesario intervenir si la pelea es física, persiste tras pedirles que se detengan, o si alguno pierde el control y agrede a otro. En estos casos, es conveniente separar a los involucrados hasta que se tranquilicen. Si la situación se torna demasiado violenta, puede ser necesario dar por terminada la sesión de juego, dejando claro que no importa quién “inició” el conflicto, ya que intentar lastimar a alguien no tiene justificación.

                Es importante enseñarles a usar su “gran voz” para decir con firmeza: “No me hagas eso, ¡para!”, dar la espalda o buscar un acuerdo en lugar de recurrir a la agresión física. Asimismo, es fundamental felicitar cuando se adopten estas estrategias y destacar cómo se están comportando de manera madura. Reforzar y elogiar las conductas positivas, especialmente cuando demuestran amabilidad, resulta esencial. Aunque los episodios de agresividad son comunes en la infancia, es necesario intervenir si estas conductas persisten o si existe dificultad para controlar el temperamento, ya que podrían afectar la socialización futura.

                En el entorno escolar, la socialización adquiere mayor importancia, ya que representa uno de los primeros espacios en la vida del menor fuera del hogar. Los educadores trabajan tanto en grupo como de forma individual para reforzar conductas positivas aprendidas en casa y modificar otras, mediante recompensas o desaprobaciones. La agresividad, entendida como un estado emocional, puede surgir de manera involuntaria como una reacción frente a amenazas. Sin embargo, también puede fomentarse desde las normas familiares, ya que los padres, a menudo sin ser conscientes, actúan como modelos de estas conductas, por ejemplo, cuando recurren al castigo físico. 

                En general, se refuerza más la agresividad en los hombres que en las mujeres.Por otro lado, los medios de comunicación también influyen en la aceptación de la conducta agresiva. En muchas películas, el “héroe” suele ser aquel que utiliza la fuerza física o la violencia, en lugar de quien posee mayor capacidad de diálogo, reforzando así la idea de que la agresión es una forma válida de resolver conflictos.

                  Actividades para trabajar este estado emocional/comportamiento en casa:

                  Para aprender a gestionar la agresividad el acompañamiento de los adultos es clave. A continuación les presentamos algunas actividades para identificar cómo funciona el enojo, debido a que la agresión suele ser una respuesta conductual a esta emoción. 

                  • ¿Qué causa el enojo?

                  Sentir rabia es algo natural en todas las personas, a los papás, profesoras y amigos también les pasa. Te voy a mostrar algunas situaciones en las que yo me he sentido enojado o enojada y tú me dices qué situación te hace enojar a ti. Yo te digo una y tú me dices una. 

                  Nota: lo ideal es que escriban esta actividad para poder retomarla más adelante

                  Actividad: ¿Qué me hace enojar?

                  • El enojo viene en distintos tamaños:

                  Como todas las emociones, el enojo viene en distintos tamaños. Lo que a ti te hace enojar un poquito puede que a otra persona la haga enojar mucho. Es por esto, que es importante que aprendamos cómo nombrar los distintos tamaños de nuestro enojo. Te voy a mostrar una lista de emociones, todas estas describen distintos tamaños de enojo. Vamos a leerlas, reconocerlas y luego hacemos un juego.

                  Actividad: Lista de emocionessopa de letras.

                  • Atrapa tu pensamiento:

                  Todos tenemos distintos tipos de pensamientos, cuando nos enfocamos en el enojo es importante que aprendamos a ver qué pensamientos hacen que el enojo se vuelva más grande. Cuando nos quedamos pensando en lo que nos hizo enojar sólo nos sentimos más enojados. Hagamos un juego en el que vamos a circular qué palabras hacen que el enojo crezca y sea más grande. Con otro color encierra las que pueden hacer que sea más pequeño.

                  Actividad: Lista de palabras.

                  • Cambia lo que sientes:

                  Como cambiar lo que pensamos nos ayuda a cambiar lo que sentimos vamos a colgar en tu cuarto cuatro pasos que podemos hacer para sentirnos menos enojados.

                  Avtividad: Estrategia 1Estrategia 2Estrategia 3Estrategia 4

                    Es importante enseñarles a usar su “gran voz” para decir con firmeza: “No me hagas eso, para”, dar la espalda o buscar un acuerdo en lugar de recurrir a la agresión física. Asimismo, es fundamental felicitar cuando se adopten estas estrategias y destacar cómo se están comportando de manera madura.

                    Stephany Arenas

                    Psicóloga 1°, 2° y 3° - Departamento de Acompañamiento Estudiantil (DAE)

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                    La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

                    La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

                    Cada experiencia en casa y en el colegio cuenta para el desarrollo integral de los niños y niñas en sus diferentes etapas del crecimiento.

                    Jenny Rodríguez

                    Terapeuta ocupacional Área de Desarrollo

                    La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

                    Alimentarse no solo nutre el cuerpo, también es clave para el desarrollo del habla, la motricidad fina y la autonomía. Masticar alimentos sólidos fortalece los músculos que intervienen en la pronunciación, mientras que una dieta variada promueve un cerebro sano y facilita el aprendizaje. Por otro lado, aprender a comer solos impulsa la motricidad fina y hábitos esenciales como usar cubiertos y servilleta. 

                    Por el contrario, una alimentación limitada o basada solo en papillas o menús restringidos puede retrasar estos procesos. Por eso, cada experiencia en casa y en el colegio cuenta para el desarrollo integral de los niños y niñas en sus diferentes etapas del crecimiento.

                    A continuación, les compartimos algunas recomendaciones para hacer de esta actividad diaria una experiencia enriquecedora.

                      • Explorar nuevas texturas: ofrecer a tu hijo alimentos con diferentes texturas para que estimule sus sentidos y fortalezca los músculos de su boca. Si le cuesta probar cosas nuevas, primero se puede empezar con lo que le gusta y con el tiempo, se añaden pequeñas porciones de alimentos nuevos. La paciencia es clave.
                      • Cocinar en familia: invitar a tu hijo a participar en la preparación de las comidas fomenta su autonomía y curiosidad por los alimentos.
                      • Comparar sabores: animar a tu hijo a describir los sabores que percibe al probar diferentes alimentos.
                      • Hablar sobre sus gustos: conversar acerca de sus alimentos favoritos y los que no le gustan ayuda a desarrollar un vínculo positivo con la comida y a entender sus preferencias.
                      • Fomentar una masticación segura: es muy importante asegurarse que cierre bien los labios al masticar y que ingiera los alimentos antes de hablar o salir corriendo para evitar accidentes.
                      • Facilitar el uso de cubiertos: usar cubiertos pequeños al inicio y modelar su uso correcto es muy importante. Reforzar estas habilidades con actividades lúdicas como cortar o perforar con cubiertos de juego es una estrategia muy útil.

                        Finalmente, no olvidemos que la alimentación es una oportunidad para fomentar el desarrollo integral de los niños. Desde el Colegio, nosotros vemos la importancia de  ofrecer una variedad de alimentos, alentar la exploración sensorial y proporcionar un ambiente positivo durante las comidas, así contribuímos en el crecimiento físico, cognitivo y emocional de nuestros estudiantes. Desde casa, estas habilidades se potencian y además, el vínculo familiar refuerza la confianza y las relaciones sanas.

                        Vemos la importancia de  ofrecer una variedad de alimentos, alentar la exploración sensorial y proporcionar un ambiente positivo durante las comidas.

                        Mónica Sáenz

                        Fonoaudióloga Área de Desarrollo

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                        Apoyar la resolución de conflictos desde casa

                        Apoyar la resolución de conflictos desde casa

                        Al colaborar, padres de familia e hijos pueden enfrentar los desafíos de la convivencia escolar con mayor seguridad y madurez, mientras fortalecen su capacidad de vivir en comunidad, con respeto y comprensión mutua.

                        Juan Felipe Cortés

                        Coordinador de Mediación Pedagógica

                        Apoyar la resolución de conflictos desde casa

                        Es la tarde y tu hijo llega a casa con una expresión de frustración. Mientras comparten un momento juntos, te cuenta: “Hoy en el recreo, Juan y yo discutimos porque no quería que jugáramos mi juego y me sentí muy mal.” Ante sus palabras, sientes la necesidad de intervenir, pero también comprendes que es un momento importante para que él aprenda a manejar los desafíos sociales que forman parte de su vida escolar.

                        Es natural que los conflictos entre compañeros surjan durante la infancia y la adolescencia. Estas situaciones, aunque a veces incómodas, son una parte esencial del desarrollo de habilidades sociales y emocionales. Resolver conflictos permite a los niños aprender a comunicarse, expresar sus emociones y comprender las perspectivas de los demás. 

                        Como padres, hay maneras en las que pueden apoyar este aprendizaje desde casa. Estos son algunos consejos prácticos para ayudar a sus hijos a gestionar y resolver conflictos de forma respetuosa y efectiva. Estos pasos no sólo fortalecerán sus habilidades de resolución de problemas, sino que también les permitirán crecer como personas más empáticas y capaces de colaborar en comunidad.

                        • Escucha activa: Permita que su hijo cuente su versión de los hechos sin interrupciones, manteniendo contacto visual y mostrando un lenguaje corporal abierto. Este tipo de escucha no solo refuerza la confianza de su hijo en que sus preocupaciones son importantes para usted, sino que también le ayuda a ordenar sus pensamientos y emociones. Es fundamental que sienta que su voz es escuchada sin juicios ni soluciones inmediatas, para que pueda expresarse con libertad.

                        • Validar sus emociones: Reafirme que es completamente normal sentir emociones como frustración, tristeza o enojo en situaciones de conflicto. Puede decir frases como “entiendo que te sientas así, es normal en estas circunstancias” o “sé que esto puede ser difícil de manejar”. Validar sus emociones le permite reconocer y aceptar sus sentimientos, un paso crucial en el proceso de autorregulación emocional. Esto también fortalece su autoestima al sentir que sus emociones son comprendidas y respetadas.

                        • Haga preguntas reflexivas: Utilice preguntas abiertas para ayudar a su hijo a analizar la situación y considerar diferentes perspectivas. Preguntas como “¿qué crees que podrías hacer la próxima vez?” o “¿cómo crees que se sintió la otra persona?” lo invitan a pensar de manera crítica y ponerse en el lugar del otro. Estas preguntas fomentan el desarrollo de habilidades de resolución de problemas y le ayudan a ver más allá de su propia perspectiva, promoviendo la empatía y la comprensión de la complejidad de las relaciones interpersonales.

                        • Ayude a identificar soluciones: Anime a su hijo a explorar posibles formas de resolver el conflicto por sí mismo. Puede guiarlo con frases como “¿qué crees que pasaría si hablaras con tu compañero sobre esto?” o “¿cómo podrías hacer para que ambos se sientan mejor?”. Esta práctica no solo le ayuda a encontrar respuestas más efectivas, sino que también le da herramientas para manejar futuros conflictos de manera más independiente y autónoma. La habilidad de identificar soluciones refuerza la confianza en sí mismo y le enseña que los problemas tienen más de una solución posible.

                        • Modelar la resolución de conflictos: Los niños aprenden observando a los adultos que los rodean. Muestre cómo gestiona sus propios conflictos de manera respetuosa y con empatía, explicando los procesos de pensamiento en voz alta cuando sea posible. Por ejemplo, si tiene un desacuerdo en casa, use frases como “vamos a calmarnos y hablar sobre esto” o “quiero escuchar lo que tienes que decir antes de responder”. Este modelo proporciona un ejemplo práctico y real de cómo manejar las diferencias con calma y respeto.

                        • Contactar al director de grupo si es reiterativo: Si nota que el conflicto se repite y las estrategias anteriores no son suficientes, es importante que se comunique con el director de grupo. Esta persona tiene un conocimiento profundo del entorno escolar y de las dinámicas entre los estudiantes, lo que le permite mediar en tiempo real y abordar la situación de manera efectiva. Al involucrar al director de grupo, ayuda a garantizar que su hijo y sus compañeros reciban el apoyo necesario para encontrar una solución justa y eficiente.

                        La resolución de conflictos es una habilidad fundamental tanto para los estudiantes como para los padres. Para niños, niñas y adolescentes, aprender a gestionar y resolver desacuerdos de manera respetuosa les brinda herramientas esenciales para su desarrollo emocional y social. Por otro lado, para las familias, acompañar a sus hijos en este proceso mediante guía y empatía fortalece los vínculos y promueve un ambiente de confianza. Al colaborar, padres de familia e hijos pueden enfrentar los desafíos de la convivencia escolar con mayor seguridad y madurez, mientras fortalecen su capacidad de vivir en comunidad, con respeto y comprensión mutua.

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