
¿Quieres que tu hijo sea feliz? Busca la calma y sé coherente
Por: Maira Noriega, profesora de Acompañamiento Estudiantil – DAE
Para las mamás y los papás, que sus hijos sean felices, seguros de sí mismos, afectuosos, respetuosos y capaces de adaptarse con tranquilidad a distintos entornos es un deseo que guía muchas de sus decisiones cotidianas. Aunque buscan verlos crecer con confianza y autonomía, el día a día puede traer discusiones, pataletas, llantos y frustraciones. Estos momentos forman parte de la crianza y muestran que los niños están aprendiendo a expresar lo que sienten, a encontrar su lugar en el mundo y a poner a prueba los límites que los ayudan a sentirse seguros.
Más que evitar las dificultades, se trata de acompañarlas con calma y amor. La disciplina no significa castigar ni exigir perfección, sino guiar y enseñar. Cuando las pautas en casa y en el colegio son coherentes, los niños comprenden mejor lo que se espera de ellos, se sienten tranquilos, disfrutan más y encuentran un entorno estable para seguir creciendo. ¡Esto sin duda, los hará niños felices!
Estrategias prácticas que marcan la diferencia:
- Prevención antes que reacción: “se puede romper el libro, si lo usas de esa manera”. – Es importante que el niño sepa siempre qué es lo que esperamos de él frente a una situación en particular.
- Rutinas y reglas claras: “a las 7:00 p.m. nos alistamos para dormir”. – lo predecible da seguridad y fomenta la cooperación.
- Coherencia en los límites: “no vamos a comprar ese juguete hoy”. – si a veces es “no” y otras “sí”, el niño aprende a insistir más fuerte. Mantenerse firmes con cariño evita batallas futuras.
- Refuerzo positivo: “esperaste tu turno con paciencia”. – resaltar y elogiar el buen comportamiento (“Me encanta cómo esperaste tu turno”) tiene más efecto que centrar toda la atención en la conducta negativa.
- Consecuencias lógicas y calmadas: “si los juguetes se arrojan, descansan un rato en la caja”. – todo comportamiento tiene una consecuencia natural (“Si arrojas los juguetes, estos deberán volver a su puesto no puedes usarlos por un rato”).
- Trabajo en equipo casa-colegio: “vamos a respirar hasta 10 y seguir las instrucciones de la directora de grupo”. – conviene que el niño identifique que en los diferentes contextos en los que se desenvuelve existen reglas, límites y consecuencias.
¿Cómo se ve el trabajo en casa en el salón de clase?
Cuando las familias aplican estas pautas, los efectos en el aula son visibles: los niños siguen mejor las instrucciones, se concentran más, los conflictos disminuyen y las transiciones son más fluidas. Además, se sienten más seguros para pedir ayuda y perseverar ante los retos. Cuando el colegio y la familia reman en la misma dirección, los niños florecen, la convivencia mejora y el aprendizaje se disfruta más.
¿Qué hacemos en el colegio?
Trabajamos con rutinas claras que ayudan a los niños a saber qué esperar y a reducir la frustración. Cuando reciben afecto y estructura, se sienten seguros para explorar, equivocarse y volver a intentar. Los límites firmes y respetuosos les enseñan que las reglas los protegen, no los castigan. Y cuando aprenden a poner nombre a las emociones, descubren que lo que sienten puede reconocerse, respetarse y transformarse.
Nuestro modelo, basado en el desarrollo de las habilidades socioemocionales, del carácter y de los valores, nos permite fortalecer la autorregulación desde el primer día de colegio. La autorregulación es la capacidad de gestionar emociones, atención y conducta para alcanzar una meta: esperar el turno, escuchar una instrucción o aceptar un “no”. En la etapa preescolar, esta habilidad no aparece de manera espontánea, sino que se construye progresivamente con el acompañamiento y el ejemplo de los adultos.
La tarea de “ser padres perfectos”
La buena noticia es que no se trata de ser padres perfectos. Los niños aprenden más de lo que observan que de lo que se les dice. Repiten actitudes, gestos y formas de reaccionar. Si los adultos gritan, ellos gritarán; si los adultos resuelven con calma, ellos aprenderán con calma. Reconocer los errores y pedir disculpas también es una poderosa lección de vida. Ser modelo no implica no equivocarse ni ser perfecto, sino mostrar cómo se enfrenta la vida con respeto, empatía y responsabilidad.
Crianza y disciplina no significan controlar, sino enseñar a elegir y a cooperar. Lo importante no es nunca equivocarse, sino aprender junto a los hijos. Cada vez que una mamá o un papá elige la calma, la coherencia y el afecto firme, está dejando un ejemplo que acompañará a sus hijos toda la vida: la confianza en sí mismos y la capacidad de regularse para alcanzar lo que se propongan.
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